servio zapata - El Paisaje hechizado
Lo que más me llama la atención en los paisajes de Servio Zapata es esa ambigüedad que los atraviesa, esa especie de indefinición entre la ilusión de asistir a una pintura hiperrealista, como reproducción fiel y minuciosa de la realidad, y la sensación de que estamos frente a una elaboración fantástica, donde ese paisaje aparentemente realista ha sido sutilmente modificado ya sea por exacerbación de las figuras, por una suerte de proliferación desmesurada de los árboles, o bien por la adición de elementos ajenos a ese orbe recreado como esos lagos en medio de la espesura vegetal cuya formas suelen remitir a mapas, a cartografías conflictivas o irresueltas (el mismo mapa del Ecuador o del Yasuní, objeto de una disputa territorial y ecológica). En estos casos puntuales ese subtexto político cifrado, hace tambalear esa superficie aparentemente estable y paradisiaca.
Lo que cabe insistir es que con frecuencia en los cuadros de Zapata hay algún elemento que está fuera de lugar, un elemento que si se mira bien no parece corresponder a ese hábitat original: un árbol, un monte, un río, un lago, una nubosidad, o bien una tonalidad lumínica o cromática que desentona, que los desrealiza (desrealización entendida no en un sentido patológico sino estético: el artista percibe el mundo exterior como algo extraño o irreal). Son estas reacomodaciones del paisaje natural, estos elementos añadidos lo que dan a la obra de Zapata su singularidad y su hechizo.
– Cristóbal Zapata