El recorrido inicia con dos dibujos académicos realizados en 1989, cuando apenas tenía 15 años. Luego una pieza del 96, Cinco en una vaina, unos dibujos de ovejas que meditan y divagan en posiciones yogas, una cerámica de la serie La historia es una gata que se defiende boca arriba del 98 y un par de acuarelas que emanan de la película Anna de Nikita Mikhalkov. El ramal retrospectivo concluye con 8 obras de la serie Curul del año 2016 y 6 piezas de Carta a Barradas del 2020.

El resto de la sala lo ocupa el proyecto El hermano pueblo, cuya investigación está centrada en el uso de imaginarios históricos y de la gráfica generada en los países del bloque comunista durante los siglos XX y XXI. El énfasis en la pintura que opera en estas piezas entabla, en una primera mirada, un diálogo con ciertas exploraciones del Expresionismo abstracto, con la pintura de Franz Kline y con la caligrafía de Asia oriental. Kline cristalizó una monumental simplicidad visual e incorporó a su poética los intercambios estéticos más sofisticados de la postguerra entre los Estados Unidos, Europa y el este de Asia. Mi trabajo se cobija, de alguna manera, en aquellas empresas altamente politizadas del Alto modernismo que traslaparon su trasfondo ideológico con las pinceladas desbordantes, el gesto y la mancha caligráfica. La pintura plana, cuasi digital y destexturizada de mis obras buscan, desde la ambigüedad que engendra la propia ausencia de materia pictórica, encontrar un lugar en la multitud de significados e interpretaciones que la tradición pictórica of rece.

La serie explora las capacidades expresivas que están contenidas en este tipo de gráfica, donde la propaganda y el cartel político se trastocan con la propia indagación pictórica y con los juegos retóricos contenidos en esas visualidades. Las obras pretenden construir nuevas textualidades y hurgar en otras posibilidades plásticas que entronicen con el valor significante de los lenguajes artísticos.

– Saidel Brito