Para hablar de esta muestra debemos sin duda volver al escritor brasileño Oswaldo de Andrade y su Manifiesto antropófago. “Solo la Antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente”. Y desde aquí parte Zapata, en la acción de interpretar y trasladar a la pintura una realidad de huesos, carne y piel, seres trasmutados resultado de una sociedad moderna, devoradora, hambrienta e impaciente. 

Encontramos en su obra una suerte de revelación del mundo; la humanidad construida desde lo mágico, lo mundano, lo tecnológico, lo mecánico. Seres humanos que vistos desde el lienzo y sus trazos se convierten en esbozos de una naturaleza cambiante. Así como la narrativa y la poesía se devela en su obra, él como pintor, construye historias y narra lo que el mundo le entrega. Entonces, el pincel se convierte en una extensión de sí mismo contra la que no lucha y que deja correr por los límites del lienzo. El mundo ha sido devorado. 

Aquí encontramos una parte de su trayectoria, las Antropofagias y Huesos; Los Satangos y el Pabellón B, estas dos últimas series nacen de la literatura de Huilo Ruales que inspira a ver el mundo desde los detalles que construyen la realidad, en las que somos un producto de aquello que ya fue consumido. Y desde estos restos de la modernidad, se levanta el ser contemporáneo, el ser inso-portable, el ser íntimo, el ser despojado de las pieles que lo protegen de la mirada del ojo ajeno. 

– Laura Haro